Es un honor estar aquí hoy para compartir con ustedes una visión que, espero, inspire a reflexionar sobre el rumbo que estamos tomando como humanidad y nuestra relación con la producción, el consumo y la justicia económica. Les presento la Cuarta Postura, una nueva corriente filosófica que busca redefinir nuestra comprensión del progreso y de lo que significa crear un mundo más justo.

Aunque los medios no lo advierten, la participación en las ganancias es un mandamiento de Génesis cuando dice “no comáis el fruto del árbol de conocer y decidir”
Habla de una especie de árbol invertido que esquematiza a nuestro YO.
Las ramas hacia abajo son nuestros sentidos que perciben el mundo físico.
Las raíces hacia arriba perciben las iluminaciones de Dios.
En el tronco está nuestra razón que constantemente está conociendo y decidiendo con el objetivo de lograr el fruto de la prosperidad.
Este “árbol” es exclusivo de los humanos y su fruto contiene la semilla de más prosperidad.
La diferencia entre lo que producimos y lo que consumimos no debe comerse. Debe usarlo cada uno para que la especie prospere y engrandezca la Creación.
¡Negarle a alguien el goce de su prosperidad es el pecado original porque al poco tiempo deja de dar fruto!

La Cuarta Postura parte de una observación fundamental: a lo largo de la historia, la humanidad ha producido mucho más de lo que ha consumido. Desde la revolución industrial hasta la era digital, nuestra capacidad de generar riqueza y bienes ha superado ampliamente nuestras necesidades reales. Sin embargo, este superávit no ha sido distribuido de manera equitativa. En lugar de beneficiarnos todos de manera justa, una minoría ha acumulado la mayor parte de la plusvalía, dejando a muchos con menos de lo que necesitan para vivir dignamente.

 

Esta filosofía plantea que el camino hacia una sociedad más justa no consiste en perpetuar este ciclo de acumulación y consumo desigual. La Cuarta Postura propone un cambio radical: pagar la plusvalía. En lugar de apropiarnos de manera desproporcionada del valor que otros generan, debemos redistribuir equitativamente esa riqueza para que todos se beneficien del fruto de nuestro trabajo colectivo. Este es un llamado a la justicia económica y a la solidaridad, en el que la ética debe prevalecer sobre el mero interés material.

 

En este contexto, la Cuarta Postura no solo nos invita a repensar nuestras estructuras económicas, sino también nuestra relación con el medio ambiente. Si seguimos extrayendo recursos sin pagar la verdadera plusvalía ecológica que debemos, estamos condenados a agotar el planeta. La sostenibilidad y la justicia deben ir de la mano, entendiendo que la naturaleza también es un participante en nuestra economía, uno al que debemos respetar y preservar.

La filosofía ha dado un salto monumental.
La realidad no consiste sólo de cuerpos y almas. Entre ambos está el “árbol de conocer y decidir” capaz de generar más realidad.
Ese árbol genera un fruto cuya semilla genera nueva realidad.
Pero no debe comerse porque es nuestro regalo para Dios!
Desde hace un siglo la humanidad se viene comiendo gran parte de ese fruto y eso ha comenzado a transformarnos es una especie inferior.


Hoy se puede detener esa degradación mediante nuevas relaciones laborales.
Si preguntamos cuál es nuestro sistema económico social, cuál es el causante de este grave desajuste social, no recibimos una respuesta unánime.

La producción de bienes y servicios consiste en disponer capital y personal, y cubrir sus costos para generar lo necesario para la subsistencia de la sociedad. Y en la transacción comercial surgen los excedentes que la sociedad aplica a su porvenir.

Investigando cómo se administran esos excedentes de la producción de bienes y servicios podríamos conocer la respuesta correcta. (En este trabajo denominaré a los beneficios empresarios discriminados de ambos progenitores del emprendimiento como excedentes de capital y trabajo, es decir el valor excedente que capital y personal encuentran luego de la transacción comercial).

En el sistema de la doctrina social asistencialista, el excedente del capital es administrado por el dueño del capital. El del personal (como veremos) es confiscado como Impuesto a las Ganancias, y lo administra el Estado. Claramente surge que nuestro sistema económico social es esa tercera postura.

Desde temprana edad se nos inculcó que los problemas de la sociedad eran causados por fallas de sus protagonistas, y que entonces como primera medida el ser humano debía mejorar. Y otros decían que la brecha podía zanjarse si las clases sociales se “igualaban” o si una de ellas se “sometía” como si fuese una lucha de buenos contra malos. Esta confusión lleva a los bien-intencionados a atacar al enemigo equivocado, con lo cual nuestros problemas en lugar de resolverse se agravan.

Reniegan alternativamente del capitalismo y del socialismo, sistemas que no existen desde hace 60 años.

Y así, al verdadero poder degradante le hacen un favor.

El enemigo público número uno del mundo no es un terrorismo. Es esta difusa doctrina asistencialista, cuyo sostén metafísico es oculto, y que rige la economía de todos los países sin excepción.

Creo que ya debemos abandonar la ilusión de “modificar” al ser humano, o la de  “derogar” las clases sociales, o la de que una derrote a la otra. La solución no es la educación, sino la justicia, la cual generará una nueva educación libre de doctrinas perdedoras.

No nos extrañe entonces que la sociedad ande sin rumbo y amenace con su colapso.

Preparemos nuestro espíritu para una sociedad más justa, participativa, calificada y próspera, para una Cuarta Postura.

Sistema Cuarta Postura: El excedente del capital debe ser administrado por el dueño del capital y el excedente del personal debe ser administrado por el personal de cada emprendimiento.

Proponemos eximir de ganancias a las empresas que las participen con su personal, a cuenta de indemnización.
La adhesión será voluntaria para cada empresario. Quien no adhiera seguirá tributando el 35% de las ganancias .