Estamos en los albores de una época de profundos debates sobre las relaciones laborales.
Las personas más valiosas para la sociedad son quienes producen más y consumen austeramente, quienes más hacen y menos necesitan.
Y como las relaciones laborales actuales remuneran sólo por lo que la persona necesita y no por el valor de lo que hace, a las mejores personas es a quienes la sociedad más les quita.
Dicho en otras palabras, las personas menos esforzadas son premiadas por estas relaciones laborales.
Y la justificación para dicha rareza suele ser un difuso argumento respecto de “los derechos del hombre” o de “la solidaridad social”. La injusticia no puede ser un derecho humano.
Así, no debería sorprendernos que la degradación social vaya en aumento, pues hay bienintencionados que insisten con más “derechos” y más “solidaridad”, profundizando aún más esas equivocadas relaciones laborales.
A los esforzados no les sirven estas relaciones laborales
Con la culminación de la segunda guerra se incorporó en el subconsciente colectivo la doctrina de los derechos del hombre como panacea, pero curiosamente su creciente adhesión acompaña como fantoche esta degradación moral de la humanidad.
En este libro expongo una propuesta que consiste simplemente en utilizar el dinero del impuesto a los beneficios empresarios para participar al personal propio y de terceros de cada empresa. Ello modificará de tal manera la actitud de los empleados que pasarán a ser una especie de “cónyuge” de su empleador, y entonces contratar personal dejará de ser un peligro para pasar a ser el mejor negocio. Ello acabará con el desempleo a corto plazo, y con todos sus problemas.
As a new WordPress user, you should go to your dashboard to delete this page and create new pages for your content. Have fun!